lunes, 15 de octubre de 2018

Go ahead John

Viajando por ruta 29
entre General Belgrano
y Casalins
un hongo negro de nubes
encapotó el horizonte.
Desde sus entrañas
destellos intermitentes parecían
querer vomitar al mismo diablo
encima nuestro.

Un rayo 
en medio de la pampa húmeda
descargó su torrente eléctrico
iluminando -espeluznante-,
la planicie.

La trompeta de Miles Davis
conveccionaba el frente frío
y la masa de aire caliente
ascendía en volutas sonoras.

El látigo de la guitarra 
de John McLaughlin
se convirtió en una señal sonora
que se alejaba con las ráfagas
de viento y lluvia,
como un holograma sonoro.

Una serpiente de sonido
retorciéndose furiosa,
cargada de electricidad
estática,
reverberaba. 

Una especie de tornado
cruzó delante del auto,
elevando una motosierra 
en funcionamiento por el aire.

Apenas se divisaba el camino,
un cable de alta tensión
suelto hacía chispas
sobre el asfalto,
ruidos de motores
llegaban desde el vórtice.

La tormenta pasó,
la calma volvió al campo mojado, 
estremecido
por el vendaval.

Miles y John
me saludaron sonrientes
desde ambos lados
del camino,
Teo Macero bajó el volumen
en la consola del cielo.