martes, 8 de febrero de 2022

Rito spinetteano

Estando en la calma chicha de una playa rural donde no llegaba señal telefónica alguna, se abrió una grieta que filtró el mensaje menos deseado. Días atrás había soñado con él: quería saludarlo y me cortaba el rostro. Un sueño horrible que me permitió entender por qué en ocasión de cruzarlo en otra playa, no me atreví siquiera a saludarlo. Hubiera querido contarle que me había casado un mes atrás con la mujer que amo, que en la pequeña y humilde iglesia en la que lo hicimos, la canción de bienvenida fue “Alma de diamante”. Quizás ahora lo sepa. 13/02/2012